Noé Ibáñez Martínez
El pasado 24 de septiembre, la titular de la
Procuraduría General de la República, Arely Gómez informó que estará disponible
para los ciudadanos que la soliciten la versión pública de la investigación sobre
los hechos en Iguala, y desde ayer diversos medios nacionales comenzaron a
difundir puntos clave que hunden más la llamada “verdad histórica”.
Ahora se sabe que los altos mandos del Ejército
dieron seguimiento a la actividad de los normalistas de Ayotzinapa desde su
entrada a la ciudad de Iguala y giraron diversas órdenes al personal de tropa a
lo largo de la noche en que los estudiantes fueron atacados.
Según la declaración ministerial del coronel José
Rodríguez Pérez, comandante del 27 Batallón de Infantería de Iguala, quien
estaba al mando de las tropas (600 soldados) durante la noche del 26, revela que
tuvo comunicación directa con Felipe Flores Velázquez, ex subdirector de
Seguridad Pública de Iguala y a quien se señala como responsable de entregar a
los estudiantes a sicarios de Guerreros
Unidos.
El comandante del 27 Batallón habló, vía
telefónica, con el jefe de la policía de Iguala en el momento en que sus
elementos tenían sometidos a los normalistas y éste le dijo que todo estaba
bajo “control”.
En el C4 de Iguala, indicó el coronel en su
declaración, están desplegados de forma permanente dos militares sin poder de
mando y sólo como observadores, quienes le informaron sobre la llegada de los
estudiantes a la caseta de cobro de Iguala-Puente de Tixtla a las 19:30 horas.
El mando militar revela que en el Ejército existe
Órganos de Búsqueda de Información (OBIS), es decir, soldados desplegados para
labores de inteligencia que actúan como civiles.
Al enterarse de la presencia de los normalistas,
ordenó a un militar encubierto, que monitoreaba el informe de labores de María
de los Ángeles Pineda Villa, que se trasladara a la caseta donde estaban los
estudiantes de Ayotzinapa.
“De ahí se informa que solamente estaban los
estudiantes en la caseta boteando, información que se corrobora con el personal
del C4, de ahí nos informan que un grupo de estudiantes se trasladaban a la
Central de Autobuses”.
El militar encubierto acudió a la central y reportó
al comandante del 27 Batallón que los estudiantes pretendían llevarse un
autobús y ante la resistencia de los empleados de la central, “comienzan a
destrozarlo y se apoderan de otros dos autobuses” hacia el centro de la ciudad.
Para esos momentos, sin citar hora exacta, el mando
militar tuvo conocimiento, mediante el C4, que los estudiantes tenían en su
poder tres autobuses y los policías municipales de Iguala iban tras de ellos”.
En el primer encuentro entre policías y normalistas, los estudiantes agreden con
piedras a los municipales, según lo informado al comandante por el militar
encubierto que les siguió la pista a los hechos hasta ese momento.
Por el C4, los militares se enteraron que los
normalistas siguieron su camino, y minutos después, “los detienen las patrullas
y se observa que las patrullas rodean los camiones, sabemos por el C4 que se
encontraban tres patrullas delante de los camiones y tres detrás de los mismos,
de ahí, sólo sabemos que se encuentran detenidos estudiantes y camiones por la
Policía Municipal”.
Después le informan que tres heridos de bala eran
llevados al Hospital General de Iguala, y casi de inmediato, que los policías
de Iguala tenían retenidos a estudiantes frente al Palacio de Justicia en
Iguala en varios autobuses, es cuando ocurre el intercambio de información
entre el comandante y el jefe de la policía local.
El comandante informa que envió una Fuerza de
Reacción al Hospital General, luego un comando al lugar donde fueron atacados
Los Avispones y otro más al Hospital Teresa, donde informaron que había
personas armadas y que habían sacado al personal médico.
De camino al hospital, los militares se toparon con
tres autobuses, todos con impactos de armas de alto calibre y dos cuerpos
tirados en la acera pero siguieron su camino porque su prioridad era atender un
eventual enfrentamiento en el Hospital Teresa.
Al llegar, una persona que se identificó como
normalista les abrió la puerta, los militares se abocaron a buscar a las
personas armadas, no interactuaron con los normalistas ni les pidieron
explicaciones sobre el muchacho herido de bala que se desangraba en la
recepción del hospital sólo les ofrecieron llamar una ambulancia.
Los militares recibieron la orden de regresar donde
los tres autobuses baleados, y ahí protegieron la escena del crimen en lo que
llegaba los peritos. El grupo de militares presenció cómo minutos después
regresaron los normalistas a dar una conferencia de prensa. Los militares se
limitaron a pedir a la prensa que no alterará la escena y a delimitar un
perímetro de seguridad pero tampoco interactuaron con los normalistas.
Casi al amanecer, personal de la Fiscalía General
del Estado terminó el levantamiento en las dos escenas del crimen (la de los
Avispones y normalistas), sin que se presentaran elementos de la Policía de
Iguala, “tras haber proporcionado apoyo en las labores del personal del fuero
común, se reincorpora el personal al batallón.
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