jueves, 1 de octubre de 2015

Un militar encubierto en Iguala

Noé Ibáñez Martínez

El pasado 24 de septiembre, la titular de la Procuraduría General de la República, Arely Gómez informó que estará disponible para los ciudadanos que la soliciten la versión pública de la investigación sobre los hechos en Iguala, y desde ayer diversos medios nacionales comenzaron a difundir puntos clave que hunden más la llamada “verdad histórica”.
Ahora se sabe que los altos mandos del Ejército dieron seguimiento a la actividad de los normalistas de Ayotzinapa desde su entrada a la ciudad de Iguala y giraron diversas órdenes al personal de tropa a lo largo de la noche en que los estudiantes fueron atacados.
Según la declaración ministerial del coronel José Rodríguez Pérez, comandante del 27 Batallón de Infantería de Iguala, quien estaba al mando de las tropas (600 soldados) durante la noche del 26, revela que tuvo comunicación directa con Felipe Flores Velázquez, ex subdirector de Seguridad Pública de Iguala y a quien se señala como responsable de entregar a los estudiantes a sicarios de Guerreros Unidos.
El comandante del 27 Batallón habló, vía telefónica, con el jefe de la policía de Iguala en el momento en que sus elementos tenían sometidos a los normalistas y éste le dijo que todo estaba bajo “control”.
En el C4 de Iguala, indicó el coronel en su declaración, están desplegados de forma permanente dos militares sin poder de mando y sólo como observadores, quienes le informaron sobre la llegada de los estudiantes a la caseta de cobro de Iguala-Puente de Tixtla a las 19:30 horas.
El mando militar revela que en el Ejército existe Órganos de Búsqueda de Información (OBIS), es decir, soldados desplegados para labores de inteligencia que actúan como civiles.
Al enterarse de la presencia de los normalistas, ordenó a un militar encubierto, que monitoreaba el informe de labores de María de los Ángeles Pineda Villa, que se trasladara a la caseta donde estaban los estudiantes de Ayotzinapa.
“De ahí se informa que solamente estaban los estudiantes en la caseta boteando, información que se corrobora con el personal del C4, de ahí nos informan que un grupo de estudiantes se trasladaban a la Central de Autobuses”.
El militar encubierto acudió a la central y reportó al comandante del 27 Batallón que los estudiantes pretendían llevarse un autobús y ante la resistencia de los empleados de la central, “comienzan a destrozarlo y se apoderan de otros dos autobuses” hacia el centro de la ciudad.
Para esos momentos, sin citar hora exacta, el mando militar tuvo conocimiento, mediante el C4, que los estudiantes tenían en su poder tres autobuses y los policías municipales de Iguala iban tras de ellos”.
En el primer encuentro entre policías  y normalistas, los estudiantes agreden con piedras a los municipales, según lo informado al comandante por el militar encubierto que les siguió la pista a los hechos hasta ese momento.
Por el C4, los militares se enteraron que los normalistas siguieron su camino, y minutos después, “los detienen las patrullas y se observa que las patrullas rodean los camiones, sabemos por el C4 que se encontraban tres patrullas delante de los camiones y tres detrás de los mismos, de ahí, sólo sabemos que se encuentran detenidos estudiantes y camiones por la Policía Municipal”.
Después le informan que tres heridos de bala eran llevados al Hospital General de Iguala, y casi de inmediato, que los policías de Iguala tenían retenidos a estudiantes frente al Palacio de Justicia en Iguala en varios autobuses, es cuando ocurre el intercambio de información entre el comandante y el jefe de la policía local.
El comandante informa que envió una Fuerza de Reacción al Hospital General, luego un comando al lugar donde fueron atacados Los Avispones y otro más al Hospital Teresa, donde informaron que había personas armadas y que habían sacado al personal médico.
De camino al hospital, los militares se toparon con tres autobuses, todos con impactos de armas de alto calibre y dos cuerpos tirados en la acera pero siguieron su camino porque su prioridad era atender un eventual enfrentamiento en el Hospital Teresa.
Al llegar, una persona que se identificó como normalista les abrió la puerta, los militares se abocaron a buscar a las personas armadas, no interactuaron con los normalistas ni les pidieron explicaciones sobre el muchacho herido de bala que se desangraba en la recepción del hospital sólo les ofrecieron llamar una ambulancia.
Los militares recibieron la orden de regresar donde los tres autobuses baleados, y ahí protegieron la escena del crimen en lo que llegaba los peritos. El grupo de militares presenció cómo minutos después regresaron los normalistas a dar una conferencia de prensa. Los militares se limitaron a pedir a la prensa que no alterará la escena y a delimitar un perímetro de seguridad pero tampoco interactuaron con los normalistas.
Casi al amanecer, personal de la Fiscalía General del Estado terminó el levantamiento en las dos escenas del crimen (la de los Avispones y normalistas), sin que se presentaran elementos de la Policía de Iguala, “tras haber proporcionado apoyo en las labores del personal del fuero común, se reincorpora el personal al batallón.


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OTHÓN SALAZAR