viernes, 16 de mayo de 2014

Othón Salazar, el predicador rojo

NOÉ IBÁÑEZ MARTÍNEZ

Este 17 de mayo se cumplen 90 años del natalicio de Othón Salazar, el profesor y luchador social que encabezó la histórica lucha del Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) en la década de los 50 en la ciudad de México. También, en el marco del Día del Maestro, es pertinente recordar sus acciones e ideales que dejaron huella en la historia nacional y en la memoria colectiva de miles de personas que lo secundaron.

Nació en Alcozauca, en la región de La Montaña del estado de Guerrero, y durante su vida, se dedicó a organizar al magisterio y a las comunidades indígenas para alzar la voz contra las injusticias sociales. Militó en el Partido Comunista Mexicano (posteriormente, PSUM, PMS y PRD) y logró que sus acciones influyeran con el primer triunfo de la oposición en su natal Alcozauca en 1980, siendo su primo Abel Salazar Bazán, el primer presidente municipal comunista del país.

Othón no acumuló riqueza, tampoco buscó el poder. Prueba de ello es la condición en que vivió en sus últimos años de vida. Fue un hombre congruente con sus ideas y acciones. Se mantuvo firme aún en las situaciones más adversas. Durante décadas, pidió que lo reinstalaran en sus plazas de maestro, varios expresidentes le prometieron hacerle justicia pero le pidieron cosas a cambio y los “mandó al diablo”.

En los últimos años de su vida, sus actividades triangulaban entre la ciudad de México, Chilpancingo y La Montaña. Trató de organizar a los pueblos indígenas a través de un consejo regional; además, quiso reunir a las tres mixtecas (Oaxaca, Puebla y Guerrero) en su sola región. Estuvo tratando de refundar el Partido Comunista y el MRM. El tiempo ya no lo permitió. Murió en Tlapa el 5 de diciembre de 2008.

A continuación les presento una entrevista que Antonio Yáñez, Capitán y Jefe de Grupo, contratado por la extinta Dirección Federal de Seguridad para investigar a Othón Salazar; le hizo al veterano revolucionario Gral. Francisco J. Mújica:

¾¡Sí, amigo! Puede poner lo que yo digo y tal como lo digo yo. En 1951 dirigíamos el Partido Constitucionalista Mexicano el licenciado Ignacio Ramos Praslow, varios diputados constituyentes y su servidor. Fue entonces cuando trabamos conocimiento con Othón Salazar. ¡Chaparrito de huevos de un tamaño que ya quisieran muchos! El chaparrito guerrerense trabajaba por entonces en una escuela primaria modesta en Lago Winnipeg, Tacuba, de nombre “Territorio de Quintana Roo” y en el turno vespertino. ¡Apunte bien tarugo, no le tiemble la mano!

Muy pequeña la escuela, apenas tenía once maestros, cinco de ellos mujeres, ¡pero qué conciencia cívica!, sí señor. Un día el director los mandó llamar para leerles la circular en la cual se les ordenaba que en su labor docente, en su programa, incluyeran la enseñanza de la Doctrina Alemán. Ya para entonces el licenciadito estaba bien identificado como un presidente reaccionario proyanqui y contrario a todo ideario progresista y revolucionario. Los once maestros se negaron a enseñar eso que Gual Vidal quería hacer pasar por la doctrina y que no era sino un catálogo de elogios desmesurados a la persona e ideas de ese hijo de la chingada.

Othón encabezó la protesta inmediatamente y sus diez compañeros lo secundaron. El director no era ningún lambiscón y estuvo de acuerdo en limpiarse el culo con la Doctrina Alemán. Pero Othón fue más allá, propuso hacer pública la protesta, bien machitos la llevaron a los periódicos donde tuvo discreta difusión. ¡Pinches periódicos ojetes! Fue así como nos enteramos de esa protesta.

También lo supieron los del sindicato de maestros, los lacayos encabezados por Jesús Robles Martínez, dizque secretario general, abyecto líder que en vez de felicitar a ese modesto grupo de maestros los expulsó del SNTE. ¡Tan bandido el líder charro como presidente entreguista!

Mandamos llamar a ese grupo de maestros y nos sorprendió la juventud de Salazar y más que nada, su arrojo, su posición nacionalista. Ramos Praslow los ayudó a reelaborar aquella protesta y nosotros costeamos su publicación en forma de folleto y ellos lo distribuyeron entre el magisterio. Era un llamado formal al rescate de la dignidad del maestro, para centrarlo en su misión educativa popular y democrática y dejar de andar haciendo el triste papelito de pregonero gratuito del cabrón dientón.

¡Pero qué culerismo! Ni un solo, ni una sola escuela se sumó al rechazo de la Doctrina Alemán en todo el país. Por lo menos, creímos, Othón sería expulsado de la Normal Superior, ¡pero le pelaron todita la reata!Eso sí, Manuelito Gual Vidal no se quedó con la verga adentro, ordenó el cambio de los maestros firmantes del manifiesto a las escuelas con director despótico. ¡Ahí se la volvieron a pelar a Othón! Cayó en la primaria matutina “Lorenza Rosales”, que tenía una directora, hembra con pelo y pecho. Pero Othón era mucha pieza, averiguó que ella defraudaba a la cooperativa escolar, reunió pruebas, reunió firmas, le hizo un par de mítines y al mes la ladrona tuvo que irse con la cola entre las verijas.

Ponga ahí que si tuviéramos más maestros como Othón Salazar, otro gallo le cantaría a la niñez de este país. Y añada tres mentadas de madre para Miguel Alemán y otra con dedicatoria especial al hijo de puta que ordenó y va a leer esta investigación. Y ahora, ¡a chingar a su madre!

lunes, 12 de mayo de 2014

Hidalgo: héroe y profeta

Noé Ibáñez M.

El pasado 8 de mayo, se cumplieron 261 años del natalicio de Don Miguel Hidalgo y Costilla, y en Guerrero, el gobierno del estado llevó a cabo un evento en la plaza cívica Primer Congreso de Anáhuac para recordar la vida de este personaje; donde fungió como orador oficial, Alejandro Mendoza Pastrana, quien en su discurso, resumió la vida y destacó el espíritu bravío, de firmes convicciones y altos ideales del cura Hidalgo.

Sin duda, la vida de este insurgente resulta interesante y controversial en la historia de México; ya que realmente, en un inicio, Hidalgo y los demás insurgentes no buscaron una independencia total de España sino que se respetaran los derechos que como criollos les pertenecía y que los habían excluido de la política, la economía, la administración pública y encontrarse explotados.

También denunciaron los graves malestares sociales que sufrían los novohispanos: 1) en la Nueva España sólo hay ricos y pobres, nobles y miserables; 2) los españoles son apenas un décimo de la población, pero poseen casi todas las propiedades y riquezas; 3) los indios, mestizos y las castas “son criados, sirvientes o jornaleros”; 4) las castas son despreciadas por ser descendientes de esclavos africanos; 5) la injusticia en el reparto de la riqueza y en el desempeño de oficios provoca un enorme odio social.

Ante todo ello, vale la pena preguntarse, ¿por qué el movimiento encabezado por Hidalgo, y no otro, fue el que desató la insurgencia?

Apenas 20 años después de consumada la emancipación, se publicaron las seis conferencias que dictó sobre los héroes el filósofo e historiador escocés Thomas Carlyle. Su interés principal no era el estudio del héroe en sentido mitológico, es decir, el ser humano considerado hijo de un dios o una diosa, sino en el de varón ilustre y reconocido por sus hazañas y virtudes, cuya existencia se ponía en duda y discutía la posibilidad de que pudieran renacer.

Según Carlyle, son seis los semblantes que puede adquirir un héroe: divinidad, profeta, poeta, sacerdote, hombre de letras y rey. Ante todo, el héroe es para el autor escocés un hombre sincero, como él mismo lo subraya, una gran alma, un auténtico ser humano, porque de no ser así carecería de las condiciones indispensables. Una sinceridad profunda, íntima, que surja del corazón, es la característica de alguien capaz de heroicas empresas.

En todo héroe sobreviven las formas elementales y más antiguas de la tipología heroica: el dios y el profeta. Éstos se renuevan para adquirir el aspecto de seres humanos que desempeñan roles importantes en cada época y cada sociedad. De acuerdo con esta tipología, Miguel Hidalgo reunió en sí las características del profeta y del sacerdote. De este modo, el cura de Dolores se dio cuenta de que en la Nueva España había que terminar con el banquete que se servía en la mesa para una minoría, mientras el común de los novohispanos tenía que conformarse con platos de menor categoría o con simples migajas, y que la violencia era la única salida.

Por eso, llama la atención y es de destacarse en su discurso, cuando Alejandro Mendoza Pastrana dice que cualquier ciudadano que anhele y tenga voluntad de ejercer el poder político y el ejercicio de la administración pública en beneficio del pueblo, tiene que dejar a un lado los intereses de unos cuantos e incluso los personales; ya que en el pueblo se encuentra el origen de la soberanía y las libertades.

OTHÓN SALAZAR