sábado, 25 de octubre de 2014

¿Qué está fallando en el caso Ayotzinapa?

Noé Ibáñez Martínez

La renuncia de Ángel Aguirre Rivero como gobernador la tarde del jueves 23, no ha resuelto la crisis política y social que vive el estado. La toma de alcaldías, la quema de oficinas gubernamentales y el saqueo de tiendas departamentales continúan por parte de maestros de la Ceteg, normalistas y otras organizaciones sociales; a pesar de que una de las razones por las que dijo que se separaba del cargo era para "favorecer el clima político".

Esto demuestra que el problema no era un solo hombre, sino el sistema, que compete también gobierno federal. Es decir, el conflicto pasaba por un hombre, pero su solución no radicaba solo en ese hombre. En este caso, a pesar de la magnitud del problema (cuyo antecedente ya tenía conocimiento la Federación) el primer error fue deslindarse y evadirse la responsabilidad como Estado, cuando bien se supo que policías municipales estaban ligados con el crimen organizado.

A tres días de la renuncia de Aguirre y a un mes de la matanza y desaparición de 43 normalistas, la PGR no los ha localizado como tampoco a los responsables quienes también convirtieron a Iguala en un cementerio; esto motivó que los padres de los estudiantes rompieran el diálogo con la Procuraduría. Ahora, buscan reunirse con el inquilino de Los Pinos, quien seguramente no les dará otra respuesta más que decir que los seguirán buscando… a través de la PGR.

La salida de Aguirre no ha mejorado el ambiente político. Al contrario, la atención ya no es por la búsqueda de los normalistas sino saber quién quedará de gobernador interino y qué intereses podría representar en cara a las elecciones del 2015; que es punto primordial que le preocupa y ocupa al PRD.

Entonces, si la administración de Peña Nieto era el ejemplo internacional con el rosario de reformas estructurales a debutar en el inicio del 2015, ¿qué ocurrió en tan pocas semanas como para desplazar la tranquilidad y esperanza que despertaba el llamado “Mexican Moment”?

¿Era falso que todo estuviera bajo control y se vendieron soluciones que no atacaron los problemas? ¿O es que algunos grupos –legítimos e ilegítimos- vieron amenazados sus intereses, sus cotos de poder y se dedican ahora a desestabilizar a un gobierno que amenazó sus privilegios?

Que el gobierno federal no tenga respuestas a estas preguntas como tampoco encuentre a los desaparecidos después de un mes, aun teniendo las pruebas, no habla bien de los sistemas de inteligencia en operación que presumen en los medios de comunicación, como la compra millonaria de drones y sofisticados equipos de intervención telefónica. Además de contar con corporaciones policiacas y fuerzas especiales que podrían (si quieren) encontrar fácilmente a los delincuentes y, por supuesto, a los normalistas.

Entonces esto hace pensar que existen otros intereses más perversos detrás de las desapariciones, que podría ir más allá del ámbito municipal y arruinar el “Mexican Moment” de Peña Nieto; pero lo que buscan mientras es ganar tiempo, ¿para qué? Solo ellos saben. Pero lo que sí es cierto es que el Estado mexicano ha demostrado cabalmente su incapacidad.

Por eso insisto, en que algunos celebren como victoria política la salida de Ángel Aguirre, no será suficiente para detener la descomposición social que comenzó hace décadas con la complicidad entre gobiernos (de los tres niveles) y crimen organizado; cuya consecuencia es la hoy atraviesa Guerrero.

OTHÓN SALAZAR