jueves, 14 de enero de 2016

La larga agonía del PRD


Disertaciones | Noé Ibáñez Martínez

La indisciplina de las corrientes o ‘tribus’ y la ausencia de un liderazgo para mantener la cohesión, llevó nuevamente al PRD esta semana a exhibir la crisis política por la que atraviesa y que viene arrastrando desde hace varios años, alargando solo su agonía.
La causa esta vez fue el desacuerdo de sus corrientes con la estrategia de alianzas electorales con el PAN planteada por su presidente Agustín Basave, en los estados donde habrá elecciones para gobernador en junio de este año.
El propio Basave amagó primero con renunciar a la dirigencia si no se concretaba la alianza con el Partido Acción Nacional, y después lo hizo oficial ante el Comité Ejecutivo Nacional, horas antes de que las ‘tribus’ finalmente aceptaran ir en coalición en los estados de Veracruz y Oaxaca.
Tras esto, el dirigente aceptó quedarse en su puesto y justificó que su amago con renunciar no se debía a un chantaje o un berrinche, sino como presidente no tenía autoridad. Admitió que el PRD no está en su mejor momento, “pero podemos lograr buenos resultados”, afirmó.
La designación de Agustín Basave como presidente del sol azteca suponía el reconocimiento —aun a regañadientes— de un arbitraje interno entre las corrientes en pugna y la oferta de un liderazgo confiable hacia el exterior del partido. Pero ningún árbitro puede cumplir su labor si los jugadores ignoran de plano sus decisiones y si el arbitraje carece de reglas mínimas exigibles para todos los contendientes. Es más, si lo único que buscan las corrientes es conservar o incrementar sus cuotas de poder y/o manipular a los integrantes de la dirigencia nacional.
El PRD ya había venido dilapidando la militancia de varios de sus fundadores originales —y de manera destacada las de sus candidatos presidenciales Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador— y ya había agotado la posibilidad de establecer un liderazgo interno aceptado por sus propias corrientes.
Además, el PRD también enfrenta los embates políticos de Morena, que se ha convertido en su principal amenaza para ser la principal fuerza electoral opositora del país. Asimismo, los reiterados errores de sus representes en gobiernos locales se reflejó en el descalabro electoral que sufrió el partido en las elecciones de 2015.
Para perdurar en el largo plazo, el PRD tendría que volver a nacer. Sin embargo, a estas alturas resulta por lo menos difícil imaginar cómo podría detenerse la maquinaria política que lo está destruyendo, cómo podrían sus corrientes comprender que se han vuelto enemigas de sus propias aspiraciones, cómo podría diseñarse un nuevo programa político y quién podría asumir un liderazgo capaz de disciplinar a sus militantes.
En 2018, seguramente habrá un recuadro con el sello del PRD en las boletas electorales, pero será muy difícil saber qué significarán esas siglas, moribundas por la tragedia de sus depredadores; o quizás como último intento para sobrevivir buscarán también ir en alianza con el PAN por la Presidencia.
No obstante, la razón de fondo de la crisis en el PRD es mucho más grave: ese partido ha venido perdiendo cohesión interna, identidad ideológica y liderazgo. Tres condiciones sin las cuales ningún partido podría sobrevivir mucho tiempo.
Lo cierto es que hace tiempo que el PRD dejó de ser un partido para convertirse en una franquicia para las ‘tribus’, principales causantes de su evidente e inevitable destrucción.

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viernes, 8 de enero de 2016

Violencia acorta esperanza de vida de los guerrerenses


Disertaciones | Noé Ibáñez Martínez

Un nuevo estudio publicado en la revista estadounidense Health Affairs revela que la violencia vinculada al crimen organizado en México hizo descender casi siete meses y medio la esperanza de vida de los mexicanos; incluso, los expertos aseguran que rompe la tendencia al alza registrada en el país desde la fase armada de la Revolución Mexicana (1910-1917).
El estudio, publicado el pasado martes, dice que “el aumento de los homicidios está en el corazón” del fenómeno de la disminución de la esperanza de vida aunque las muertes por diabetes también han tenido que ver.
Según el informe, la esperanza de vida de los hombres mexicanos bajó en seis décimas partes de año, es decir, casi 7 meses y medio, del año 2000 al 2010, descenso que se produjo principalmente en la segunda mitad de la década.
En 2010, según datos oficiales, la media de vida para los mexicanos se situaba en 77 años para las mujeres y 71 para los hombres.
La gran ofensiva de México contra los cárteles de la droga comenzó en 2006 y la tasa de homicidios pasó de 9,5 por 100.000 habitantes en 2005 a más de 22 en 2010.
“El nivel de homicidios sin precedentes a partir de 2005 hizo que la tendencia de aumento en la esperanza de vida se revirtiera en los hombres y se ralentizara en las mujeres en la mayoría de los estados”, indica el estudio de José Manuel Aburto de la Escuela de Demografía Doctoral Europea; Hiram Beltrán Sánchez, de la Universidad de California-Los Ángeles; y dos autores más.
Los cinco estados más afectados por esta situación son: Chihuahua, Sinaloa, Durango, Guerrero y Nayarit, donde los hombres perdieron una media de un año de esperanza de vida entre 2005 y 2010, incluso en Chihuahua el descenso fue alarmante y llegó a los 3 años.
Para 2010, la esperanza de vida con respecto al año 2000 había bajado en dos tercios de los estados mexicanos a pesar de los avanzas en ciertos programas de salud.
El estudio muestra también que hay diez veces más posibilidades de que sean hombres los afectados por los asesinatos vinculados al crimen organizado ya los maten en ejecuciones, tiroteos o guerras fratricidas entre los propios cárteles.
Juan Eugenio Hernández, un epidemiólogo del Centro de Información para las Decisiones en Salud Pública, destacó que se trata de la primera bajada en la esperanza de vida de los mexicanos desde la época de la Revolución (1910-1917).
Hernández, que no participó en el estudio de Health Affairs, coincidió en que “la violencia tiene un gran impacto en la esperanza de vida sobre todo de los hombres en varios estados del norte de México y en Michoacán y Guerrero”, y recordó que los investigadores ya habían alertado que este impacto en la longevidad de los mexicanos.
La esperanza de vida en México había ido en aumento de forma constante y de 1940 a 2000 se habían ganado en torno a 4 años de longevidad por década.
Según el INEGI, la esperanza de vida de los hombres mexicanos ha vuelto a subir en 2014 hasta los 72 años. En 2014 también hubo una reducción de los asesinatos de los 22 por cada 100 mil habitantes de 2010 a 16 por cada 100 mil.
En julio de 2015, el Observatorio Nacional Ciudadano presentó el informe Homicidio: una mirada a la violencia en México, donde también reveló que en 10 años, de 2003 a 2013, la esperanza de vida de los mexicanos se redujo en promedio cinco meses, y particularmente en Guerrero, el descenso fue de 1.21 años.
El año pasado, el Instituto por la Economía y la Paz informó que Guerrero era la entidad más violenta del país, y tres de sus ciudades de más de 100 mil habitantes superaron la tasa de homicidios dolosos tan solo en 2014: Acapulco (70), Chilpancingo (64) e Iguala (18).

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OTHÓN SALAZAR