domingo, 10 de marzo de 2013

Crisis e incertidumbre en el sector educativo


La creación de la Secretaría de Educación Pública fue —quizás— el logro más importante de la revolución mexicana. El país tenía que reconstruirse
bajo un sistema nacional de instrucción y capacitación para impulsar el desarrollo y crecimiento económico. La meta era ambiciosa y su acción extensiva, la finalidad era llegar a la mayor masa de población posible. A pesar de muchos obstáculos, el avance fue significante.

Los años veinte y treinta, la educación en México mantuvo un ánimo de fortalecimiento y de atención social; sin embargo, intereses políticos, sindicales y económicos la secuestraron convirtiéndola en botín para aspiraciones particulares y gremiales, que significó poder y corrupción durante décadas. Como “uña y carne”, los gobiernos priístas y la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) confabularon contra la educación misma.

A pesar de esto, momentos históricos como la lucha magisterial de los años cincuenta encabezada por Othón Salazar y la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en los años setenta, son muestras de resistencia ante el charrismo sindical y la vida antidemocrática del SNTE; movimientos guiados por la convicción de que la educación es para el pueblo. Actualmente, con una significante desviación de sentido, propósito y un rumbo claro, maestros disidentes siguen en pie de lucha buscando intereses propios, del gremio (laborales); más no por la defensa y la búsqueda de una profunda revolución en el sistema educativo del país.

El retorno del priísmo a la presidencia de la República —después de la “docena trágica”— enciende y coloca al sector educativo nuevamente en un ambiente de inestabilidad, incertidumbre y una serie de paradigmas, causando un sinfín de emociones y reacciones de diversos sectores de la sociedad, incluso en aquellos ajenos al tema de la educación. Pero no es para menos, la “reconciliación” de las fuerzas políticas del país y el acuerdo nacional que pactaron, permitió que sacaran adelante reformas entre ellas la de la educación, que inmediatamente causó controversias y reacciones del sector magisterial por ser violatorio a sus derechos laborales y pretender capitalizar (privatizar) la educación pública.

Las acciones del gobierno federal no quedaron allí, pareciera que las cosas van muy en serio, al detener a quien por décadas había sido su aliada estratégica, que juntos atentaban contra los maestros de base y la educación de la niñez y juventud mexicana. Los opositores piensan que este hecho trascendental y coyuntural se trata de una estrategia para legitimar el gobierno de Enrique Peña Nieto e incluso una simulación para atentar contra el pueblo, al pretender privatizar Pemex e incrementar el IVA en medicinas y alimentos; que sin duda son medidas antipopulares.

Sabemos que los delitos por los que se le acusa a La Maestra y su detención no tienen como finalidad solo la cuestión de castigar el uso indebido de recursos de procedencia ilícita o de delincuencia organizada, sino la acción va acompañada de estrategias políticas confabuladas desde el poder. Y aquí es donde surgen muchas interrogantes: ¿la detención de la señora Gordillo es “una cortina de humo” para las verdaderas intenciones del gobierno peñista? ¿Cuál será el destino del SNTE ante la detención de su líder? ¿Cuál seguirá siendo la postura de la CNTE ante la Reforma Educativa y el probable cambio en el SNTE que viene desde la cúpula del poder? ¿Quién gana y quien pierde en este caso?

Mientras algunos analistas piensan que la detención de Elba Esther Gordillo es señal de que la educación está en agenda política, lo cierto es que estas acciones van más allá de mejorar la calidad de la educación en el país. El hecho de crear y promulgar una reforma educativa sin consultar a la base magisterial, padres de familia, autoridades locales y la sociedad en general, es síntoma de que no tendrá repercusiones reales para los mexicanos. Mientras la crisis y la incertidumbre seguirán.

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OTHÓN SALAZAR