domingo, 10 de marzo de 2013

Palabras pronunciadas en la presentación del libro Othón Salazar Ramírez, una vida de lucha; en la Biblioteca “Siervo de la Nación” del H. Congreso del Estado de Guerrero.


Por José María Hernández Navarrete
31 de enero de 2013.

Buenos días, señoras y señores.
Compañeras y compañeros.

En primer lugar, agradezco la invitación que me hicieron llegar por medio del C. Alberto Zúñiga Escamilla, compañero y amigo de muchos años. Aprovecho la oportunidad para saludar a las compañeras Liduvina Gallardo y Norma Elena Méndez.

Muchas gracias.

El libro que hoy nos ocupa; Othón Salazar Ramírez, una vida de lucha, escrito por Catalina Isabel Cabañas Ramírez y Noé Ibáñez Martínez, dos jóvenes comprometidos en conocer la trayectoria de tan ilustre y reconocido luchador social y el interés, de estos jóvenes, por difundir una vida siempre regida con los intereses de libertad y justicia para los mexicanos más pobres, lograron, en principio, este propósito. Enhorabuena.

Reciban una calurosa felicitación por el esfuerzo plasmado en el presente trabajo y sea el inicio de una larga trayectoria de trabajo en la búsqueda de la explicación y compresión de los fenómenos sociales de nuestra entidad suriana y, por qué no, del país y del mundo, con el fin de coadyuvar en el combate a la injusticia y la explotación del hombre por el hombre.

Sin lugar a dudas, hablar de Othón Salazar Ramírez es hacer una referencia a la congruencia de las ideas políticas y filosóficas, y a la lucha política que sostuvo durante toda su vida. La coherencia entre el pensar y el hacer, teoría y práctica.

Cuando conocí a Othón, allá por los años de 1973 o 1974 fue como militante del Partido Comunista Mexicano en una conferencia nacional de organización. No sabría decirles dónde se realizó, en qué lugar del país, porque nos cambiaron de transporte en más de cinco ocasiones y viajamos toda la noche. Los delegados veníamos de muchos estados de la República y el Distrito Federal.

Othón se presentó, en el momento de su participación, como dirigente del Movimiento Revolucionario del Magisterio. Intervino muy serio y, recuerdo, hizo propuestas para fortalecer el MRM en la lucha sindical. Ya había tenido conocimiento de su lucha en pláticas en el interior del PCM, de su destacado papel en el movimiento magisterial de 1958. Además, del encarcelamiento que había sufrido durante el régimen de Adolfo López Mateos.

No fue la única ni la última vez. Cuando me dirigía de regreso a la casa de mis padres, después del trabajo, varias veces coincidimos en el metro de la ciudad de México. Desde entonces intercambiamos, al principio, algunas palabras, después entramos en confianza y llegamos a tratarnos mucho mejor. Sin embargo, por el carácter semiclandestino del PCM nunca me atreví, por ejemplo, a preguntarle dónde vivía, él hizo lo mismo.

Con el tiempo pasé a formar parte de la Comisión Nacional de Organización, bajo la dirección del Chicali. Eso me permitió conocer a muchos camaradas y a miembros del MRM: en San Luis Potosí, Nuevo León, Chihuahua, Hidalgo, estado de México, etcétera. Y si ustedes me lo permiten les doy un dato: en todo el país no habíamos más de 300 comunistas. Estoy ubicándose en la primera mitad de los setentas del siglo pasado. Sin embargo, esto les puede dar una idea de la mística del trabajo revolucionario que hacíamos tan poquitos en el país. Pero eso sí, bien entregados, lo que permitía, entonces, multiplicar geométricamente los resultados.

Llegó el tiempo que me trasladé a esta ciudad guerrerense, Chilpancingo, para trabajar en la Universidad Autónoma de Guerrero y nos perdimos la pista con el maestro Othón. Nos encontramos nuevamente en la campaña de Valentín Campa a la presidencia de la República en 1976, ya en estas tierras de sur. Estuve en las brigadas de avanzada y me tocó, principalmente, las regiones Centro, Acapulco y Costa Grande y nuestros encuentros fueron breves y casuales, a veces en las reuniones de balance del trabajo realizado y de organización para las siguientes jornadas.

Recuérdese que la campaña de Campa a la presidencia fue con un PCM sin registro y es con el gobierno de José López Portillo que en 1977 se anuncia una Reforma Política en un informe de gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, por el reputado político, jurista, historiador e ideólogo liberal y, entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles. Esta reforma permitió una apertura electoral al PCM que pasaba de semiclandestino a un trabajo político abierto. Pero tampoco se olvide que son los años de la “guerra sucia”, instituida e instrumentada por Luis Echeverría con quien dio inicio, por lo que la naturaleza política del régimen priísta no dejaba de tener su alto grado de represión contra los políticos o contra los movimientos sociales.

Es en 1978 con motivo de la “guerra sucia” cuando se da un nuevo reencuentro. Acompañé a Othón a muchas reuniones en la Costa Grande con familiares de los desaparecidos que luchan por su presentación con vida, y que con el tiempo, la estructura aglutinadora pervive con el nombre de Eureka, que a nivel nacional dirige doña Rosario Ibarra de Piedra y la organización estatal la encabezan familiares —su hermano Andrés y su esposa doña Celia Piedra de Nájera— de Jacob Nájera Hernández (militante activo del MRM y víctima de la represión cuando fue sacado con violencia de su hogar por individuos con uniformes del Ejército Mexicano, en la madrugada del 4 de septiembre de 1974, en San Jerónimo de Juárez).

Del maestro Othón conocí la versión de que muchos de los desaparecidos durante la “guerra sucia” habían sido tirados al mar. Esa vez le pregunté si los habían arrojado vivos, no supo contestarme. Solo comentó que a muchos de ellos los aventaron en costales. Sus ojos brillaron más de lo acostumbrado, estaban en el punto del llanto. Nunca en ese momento lo vi tan triste.

En 1979, a partir del Comité Regional del PCM en Guerrero y estando como secretario general del mismo, el compañero Efraín Bermúdez Rivera (recientemente fallecido) a Othón se le facilitaron recursos humanos, algunos venidos de la capital del país y los más, de aquí de la entidad se incorporaron a su campaña por el V Distrito Electoral Federal, diputación que logró con el voto de todos sus paisanos guerrerenses.

El 24 de agosto de 1980 fue candidato a gobernador por el PCM, frente a Alejandro Cervantes Delgado, candidato del PRI. Tuve la oportunidad de acompañarlo en su campaña en la Costa Grande y Costa Chica; ocasionalmente en Iguala y alrededores. Aquí como en otros momentos de estar junto al maestro Othón, nunca lo escuché que levantara el tono de su voz, salvo en los discursos en la plaza pública. Siempre trató con mucho respeto al equipo de su compaña. Creo, “las ideas las tenemos en las creencias estamos” como dijo Ortega y Gasset, creo que el maestro Othón nunca se cansaba, estaba dotado de un vigor y una fortaleza que invitaba a todos a continuar con el trabajo pendiente. Tuvo siempre la autoridad moral para estar con él.

Estuvo presente en las distintas transformaciones del PCM. Fue Partido Socialista Unificado de México, después Partido Mexicano Socialista y por último, el Partido de la Revolución Democrática. En todos ellos militó, y el 14 de octubre de 1998 presentó su renuncia al PRD. ¿Por qué? En el libro que nos ocupa, transcribe una parte de la carta dirigida a Andrés Manuel López Obrador, presidente nacional del PRD. Que a letra dice: “La decisión resuelta que muchos de mis antiguos camaradas en ese sentido reafirmó en mí la convicción de que en efecto se marchaba hacia una verdadera revolución democrática. Nada hice por tomar en cuenta mi trayectoria de luchador comunista… espíritu electoralista, intereses personales y de grupo, vacío de identidad ideológica son, entre otros, rasgos dominantes en la vida actual del PRD, cada día veía que las diferencias políticas entre PRD y PRI se van reduciendo a cuestiones de forma”.

Pero nadie es desconocido de cómo ha sido utilizado el capital político de este partido. La presencia de los grupos ha pervertido la acción y se ha preferido lo pragmático a las ideas y principios de izquierda. De esa manera, el maestro Othón no tenía un lugar en el PRD. Por el contrario, él estaba interesado en el trabajo político e ideológico con base en la transformación social, en cambio, los actuales dirigentes están más interesados en el presupuesto del partido y la de ocupar puestos de elección popular sin voltear a los trabajadores y pobres del país que viven en condiciones de miseria e injusticia.

Desde el momento que el PCM sufrió su primera transformación debido a las alianzas pragmáticas con otras organizaciones partidarias y políticas, los militantes comunistas no crearon ningún grupo en el interior del PSUM, PMS o PRD. Sin embargo habría que reconocer que los comunistas se aglutinaron con otros compañeros aliados para conformar nuevas corrientes, pero es en Nuevo Foro Sol donde se da una mayor representatividad de comunistas. Pero no tiene un peso político decisivo. Por ejemplo, la Corriente Cívica ha devenido en una multiplicidad de grupos. El Movimiento de Acción Política, prácticamente ha desaparecido al igual que muchos otros. En cambio, los que vienen del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional perviven y tienen copada la dirección y la nomenclatura del PRD.

Sigue siendo vigente la definición que hizo Othón sobre la naturaleza del PRD. No tiene más futuro. En su acción no está contemplada la transformación por una sociedad más justa e igualitaria. Lo más grave sería que el PRD se convirtiera en el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana o el lombardita Partido Popular Socialista, que durante años fueron los paleros del PRI, el partido gobernante. Para las nuevas generaciones, los jóvenes de hasta treinta años, creo que no conocieron estos partidos que legitimaron los fraudes electorales realizados por los priístas, cuando menos, durante 50 años.

Por eso, es de gran valía el trabajo de Othón en la refundación del PCM. Proyecto que no fructificó, como muchos otros proyectos que impulsó para el estado de Guerrero o para la región de La Montaña. Pero el hecho más significativo de toda su vida de lucha fue la que sostuvo en contra de la dirección antidemocrática de la Sección IX del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, hoy el sindicato más grande de México y de América Latina con más de un millón y medio de agremiados.

Desde varios años antes se vino gestando lo que se conocería como el movimiento magisterial de 1958. Dos ejes fueron lo que hizo posible la trascendencia del movimiento magisterial, por un lado, la exigencia de la democratización y, por otro, la unidad del sindicato y, en este caso en particular, de la Sección IX que aglutinaba las escuelas primarias y secundarias del Distrito Federal.

Democracia y Unidad sindical fueron, repito, los ejes principales de su lucha. Sin embargo, tampoco debe olvidarse que ese movimiento de maestros en la capital del país, obtuvo el aumento salarial más alto en toda la historia del sindicato hasta ese entonces y de muchos años después. Tanto en la Nacional de Maestros como en la Superior de México, la figura de Othón Salazar Ramírez tenía una influencia entre la comunidad estudiantil.

Deseo hacer una breve pero necesaria puntualización, su alumno Rubelio Fernández Dorado al que Othón defendió de una expulsión en la Secundaria Anexa, pasados algunos años, Rubelio le reclamó el ingreso de Othón al PCM. Cabe Señalar que Rubelio ingresó a una organización de tendencia maoísta y que aquí en Chilpancingo tuvo su presencia en la Normal Superior de la UAG. La izquierda radical criticaba al maestro Othón por su filiación comunista, a la que le fue fiel hasta el último suspiro de su vida. Porque como decía: “quiero merecer de por vida el título de revolucionario”.

Por eso, como dije desde el principio: ideas y acción siempre fueron juntas en el maestro Othón, no hubo ambigüedades, siempre fue un hombre de una sola pieza. Estuvo entregado de por vida con la izquierda revolucionaria.

Muchas gracias.

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OTHÓN SALAZAR