Por José María Hernández Navarrete
31 de enero de 2013.
Buenos
días, señoras y señores.
Compañeras
y compañeros.
En
primer lugar, agradezco la invitación que me hicieron llegar por medio del C.
Alberto Zúñiga Escamilla, compañero y amigo de muchos años. Aprovecho la
oportunidad para saludar a las compañeras Liduvina Gallardo y Norma Elena
Méndez.
Muchas
gracias.
El
libro que hoy nos ocupa; Othón Salazar
Ramírez, una vida de lucha, escrito por Catalina Isabel Cabañas Ramírez y
Noé Ibáñez Martínez, dos jóvenes comprometidos en conocer la trayectoria de tan
ilustre y reconocido luchador social y el interés, de estos jóvenes, por
difundir una vida siempre regida con los intereses de libertad y justicia para
los mexicanos más pobres, lograron, en principio, este propósito. Enhorabuena.
Reciban
una calurosa felicitación por el esfuerzo plasmado en el presente trabajo y sea
el inicio de una larga trayectoria de trabajo en la búsqueda de la explicación
y compresión de los fenómenos sociales de nuestra entidad suriana y, por qué
no, del país y del mundo, con el fin de coadyuvar en el combate a la injusticia
y la explotación del hombre por el hombre.
Sin
lugar a dudas, hablar de Othón Salazar Ramírez es hacer una referencia a la
congruencia de las ideas políticas y filosóficas, y a la lucha política que
sostuvo durante toda su vida. La coherencia entre el pensar y el hacer, teoría
y práctica.
Cuando
conocí a Othón, allá por los años de 1973 o 1974 fue como militante del Partido
Comunista Mexicano en una conferencia nacional de organización. No sabría
decirles dónde se realizó, en qué lugar del país, porque nos cambiaron de
transporte en más de cinco ocasiones y viajamos toda la noche. Los delegados
veníamos de muchos estados de la República y el Distrito Federal.
Othón
se presentó, en el momento de su participación, como dirigente del Movimiento
Revolucionario del Magisterio. Intervino muy serio y, recuerdo, hizo propuestas
para fortalecer el MRM en la lucha sindical. Ya había tenido conocimiento de su
lucha en pláticas en el interior del PCM, de su destacado papel en el
movimiento magisterial de 1958. Además, del encarcelamiento que había sufrido
durante el régimen de Adolfo López Mateos.
No
fue la única ni la última vez. Cuando me dirigía de regreso a la casa de mis
padres, después del trabajo, varias veces coincidimos en el metro de la ciudad de
México. Desde entonces intercambiamos, al principio, algunas palabras, después
entramos en confianza y llegamos a tratarnos mucho mejor. Sin embargo, por el
carácter semiclandestino del PCM nunca me atreví, por ejemplo, a preguntarle
dónde vivía, él hizo lo mismo.
Con
el tiempo pasé a formar parte de la Comisión Nacional de Organización, bajo la
dirección del Chicali. Eso me
permitió conocer a muchos camaradas y a miembros del MRM: en San Luis Potosí,
Nuevo León, Chihuahua, Hidalgo, estado de México, etcétera. Y si ustedes me lo
permiten les doy un dato: en todo el país no habíamos más de 300 comunistas.
Estoy ubicándose en la primera mitad de los setentas del siglo pasado. Sin embargo,
esto les puede dar una idea de la mística del trabajo revolucionario que
hacíamos tan poquitos en el país. Pero eso sí, bien entregados, lo que
permitía, entonces, multiplicar geométricamente los resultados.
Llegó
el tiempo que me trasladé a esta ciudad guerrerense, Chilpancingo, para trabajar
en la Universidad Autónoma de Guerrero y nos perdimos la pista con el maestro
Othón. Nos encontramos nuevamente en la campaña de Valentín Campa a la
presidencia de la República en 1976, ya en estas tierras de sur. Estuve en las
brigadas de avanzada y me tocó, principalmente, las regiones Centro, Acapulco y
Costa Grande y nuestros encuentros fueron breves y casuales, a veces en las
reuniones de balance del trabajo realizado y de organización para las
siguientes jornadas.
Recuérdese
que la campaña de Campa a la presidencia fue con un PCM sin registro y es con
el gobierno de José López Portillo que en 1977 se anuncia una Reforma Política
en un informe de gobierno de Rubén Figueroa Figueroa, por el reputado político,
jurista, historiador e ideólogo liberal y, entonces secretario de Gobernación,
Jesús Reyes Heroles. Esta reforma permitió una apertura electoral al PCM que
pasaba de semiclandestino a un trabajo político abierto. Pero tampoco se olvide
que son los años de la “guerra sucia”, instituida e instrumentada por Luis
Echeverría con quien dio inicio, por lo que la naturaleza política del régimen
priísta no dejaba de tener su alto grado de represión contra los políticos o
contra los movimientos sociales.
Es
en 1978 con motivo de la “guerra sucia” cuando se da un nuevo reencuentro.
Acompañé a Othón a muchas reuniones en la Costa Grande con familiares de los
desaparecidos que luchan por su presentación con vida, y que con el tiempo, la
estructura aglutinadora pervive con el nombre de Eureka, que a nivel nacional dirige doña Rosario Ibarra de Piedra y
la organización estatal la encabezan familiares —su hermano Andrés y su esposa
doña Celia Piedra de Nájera— de Jacob Nájera Hernández (militante activo del
MRM y víctima de la represión cuando fue sacado con violencia de su hogar por individuos
con uniformes del Ejército Mexicano, en la madrugada del 4 de septiembre de
1974, en San Jerónimo de Juárez).
Del
maestro Othón conocí la versión de que muchos de los desaparecidos durante la
“guerra sucia” habían sido tirados al mar. Esa vez le pregunté si los habían
arrojado vivos, no supo contestarme. Solo comentó que a muchos de ellos los
aventaron en costales. Sus ojos brillaron más de lo acostumbrado, estaban en el
punto del llanto. Nunca en ese momento lo vi tan triste.
En
1979, a partir del Comité Regional del PCM en Guerrero y estando como
secretario general del mismo, el compañero Efraín Bermúdez Rivera (recientemente
fallecido) a Othón se le facilitaron recursos humanos, algunos venidos de la
capital del país y los más, de aquí de la entidad se incorporaron a su campaña
por el V Distrito Electoral Federal, diputación que logró con el voto de todos
sus paisanos guerrerenses.
El
24 de agosto de 1980 fue candidato a gobernador por el PCM, frente a Alejandro
Cervantes Delgado, candidato del PRI. Tuve la oportunidad de acompañarlo en su
campaña en la Costa Grande y Costa Chica; ocasionalmente en Iguala y
alrededores. Aquí como en otros momentos de estar junto al maestro Othón, nunca
lo escuché que levantara el tono de su voz, salvo en los discursos en la plaza pública.
Siempre trató con mucho respeto al equipo de su compaña. Creo, “las ideas las
tenemos en las creencias estamos” como dijo Ortega y Gasset, creo que el
maestro Othón nunca se cansaba, estaba dotado de un vigor y una fortaleza que
invitaba a todos a continuar con el trabajo pendiente. Tuvo siempre la
autoridad moral para estar con él.
Estuvo
presente en las distintas transformaciones del PCM. Fue Partido Socialista
Unificado de México, después Partido Mexicano Socialista y por último, el Partido
de la Revolución Democrática. En todos ellos militó, y el 14 de octubre de 1998
presentó su renuncia al PRD. ¿Por qué? En el libro que nos ocupa, transcribe
una parte de la carta dirigida a Andrés Manuel López Obrador, presidente
nacional del PRD. Que a letra dice: “La decisión resuelta que muchos de mis
antiguos camaradas en ese sentido reafirmó en mí la convicción de que en efecto
se marchaba hacia una verdadera revolución democrática. Nada hice por tomar en
cuenta mi trayectoria de luchador comunista… espíritu electoralista, intereses
personales y de grupo, vacío de identidad ideológica son, entre otros, rasgos
dominantes en la vida actual del PRD, cada día veía que las diferencias
políticas entre PRD y PRI se van reduciendo a cuestiones de forma”.
Pero
nadie es desconocido de cómo ha sido utilizado el capital político de este
partido. La presencia de los grupos ha pervertido la acción y se ha preferido
lo pragmático a las ideas y principios de izquierda. De esa manera, el maestro
Othón no tenía un lugar en el PRD. Por el contrario, él estaba interesado en el
trabajo político e ideológico con base en la transformación social, en cambio,
los actuales dirigentes están más interesados en el presupuesto del partido y
la de ocupar puestos de elección popular sin voltear a los trabajadores y
pobres del país que viven en condiciones de miseria e injusticia.
Desde
el momento que el PCM sufrió su primera transformación debido a las alianzas
pragmáticas con otras organizaciones partidarias y políticas, los militantes
comunistas no crearon ningún grupo en el interior del PSUM, PMS o PRD. Sin
embargo habría que reconocer que los comunistas se aglutinaron con otros
compañeros aliados para conformar nuevas corrientes, pero es en Nuevo Foro Sol
donde se da una mayor representatividad de comunistas. Pero no tiene un peso
político decisivo. Por ejemplo, la Corriente Cívica ha devenido en una
multiplicidad de grupos. El Movimiento de Acción Política, prácticamente ha
desaparecido al igual que muchos otros. En cambio, los que vienen del Frente
Cardenista de Reconstrucción Nacional perviven y tienen copada la dirección y
la nomenclatura del PRD.
Sigue
siendo vigente la definición que hizo Othón sobre la naturaleza del PRD. No
tiene más futuro. En su acción no está contemplada la transformación por una
sociedad más justa e igualitaria. Lo más grave sería que el PRD se convirtiera
en el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana o el lombardita Partido Popular
Socialista, que durante años fueron los paleros del PRI, el partido gobernante.
Para las nuevas generaciones, los jóvenes de hasta treinta años, creo que no
conocieron estos partidos que legitimaron los fraudes electorales realizados
por los priístas, cuando menos, durante 50 años.
Por
eso, es de gran valía el trabajo de Othón en la refundación del PCM. Proyecto
que no fructificó, como muchos otros proyectos que impulsó para el estado de
Guerrero o para la región de La Montaña. Pero el hecho más significativo de toda
su vida de lucha fue la que sostuvo en contra de la dirección antidemocrática
de la Sección IX del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, hoy el
sindicato más grande de México y de América Latina con más de un millón y medio
de agremiados.
Desde
varios años antes se vino gestando lo que se conocería como el movimiento
magisterial de 1958. Dos ejes fueron lo que hizo posible la trascendencia del
movimiento magisterial, por un lado, la exigencia de la democratización y, por
otro, la unidad del sindicato y, en este caso en particular, de la Sección IX
que aglutinaba las escuelas primarias y secundarias del Distrito Federal.
Democracia
y Unidad sindical fueron, repito, los ejes principales de su lucha. Sin
embargo, tampoco debe olvidarse que ese movimiento de maestros en la capital
del país, obtuvo el aumento salarial más alto en toda la historia del sindicato
hasta ese entonces y de muchos años después. Tanto en la Nacional de Maestros
como en la Superior de México, la figura de Othón Salazar Ramírez tenía una
influencia entre la comunidad estudiantil.
Deseo
hacer una breve pero necesaria puntualización, su alumno Rubelio Fernández
Dorado al que Othón defendió de una expulsión en la Secundaria Anexa, pasados
algunos años, Rubelio le reclamó el ingreso de Othón al PCM. Cabe Señalar que
Rubelio ingresó a una organización de tendencia maoísta y que aquí en
Chilpancingo tuvo su presencia en la Normal Superior de la UAG. La izquierda
radical criticaba al maestro Othón por su filiación comunista, a la que le fue
fiel hasta el último suspiro de su vida. Porque como decía: “quiero merecer de
por vida el título de revolucionario”.
Por
eso, como dije desde el principio: ideas y acción siempre fueron juntas en el
maestro Othón, no hubo ambigüedades, siempre fue un hombre de una sola pieza.
Estuvo entregado de por vida con la izquierda revolucionaria.
Muchas
gracias.
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